Carlos Fortunato
CERÁMICAS
El cántaro es un ser, un organismo vivo. La piel y el cuerpo son uno, la cavidad el sitio donde habita su alma, y también el lugar donde la emoción se esconde.
Puede alojar hierbas, vegetales, flores. Funciona como un recipiente, pero en verdad es un ser en eje, anclado a tierra y mirando al infinito. Busca poner belleza en un mundo que aún se arrastra entre intereses, miedos y violencias.
En medio de la barbarie, del devenir, de lo impermanente, apuesta por evocar la resonancia de lo divino, de lo que siempre fue, de lo que siempre será.
descascaradas
Piezas que huelen a pueblo de paredes encaladas. Muros a los que el tiempo les quitó la piel a pedazos, muros que sostuvieron la vida en épocas difíciles, en tiempos duros. Piezas surcadas de viento, memorias, melancolías.
étnicas
Tribales. Fuertes, toscas, pesadas. Ancladas al suelo y mirando el cielo. Tierra fuego y aire derramándose hacia el infinito. Tambores de barro que encontraron un nuevo camino, contener agua, contener alientos, contener belleza.